jueves, 4 de abril de 2013

La verdadera historia del «contacto» extraterrestre de 1967

Cuando científicos de Cambridge hallaron los primeros
púlsares quedaron tan sorprendidos que pensaron que
podían ser una señal artificial, e incluso se plantearon
cómo responder

El encuentro con otra civilización inteligente tendría tal impacto en
la Humanidad que es difícil calcular sus consecuencias. No solo
transformaría nuestra cultura y tecnología, sino que, posiblemente,
cambiaría la forma en la que entendemos lo más profundo del ser
humano, nuestro origen y nuestro destino. Sin embargo, ¿estamos
preparados para responder adecuadamente a un saludo tan
extraordinario? La comunidad internacional acordó en los años 90 un
«protocolo de detección» que establece los pasos a seguir en caso de
producirse un contacto extraterrestre. Hace ahora un año, científicos
de distinguidas universidades firmaban un artículo en una publicación
científica de la Royal Society británica en el que advertían a los
gobiernos del mundo de la necesidad de trabajar más en estos planes
de reacción, especialmente si los visitantes son violentos. Pero el
debate sobre cómo manejar tremendo encuentro no es nuevo. Alan
Penny, de la Universidad de St. Andrews, en Escocia, ha publicado
recientemente en arXiv.org la historia de un incidente real ocurrido
en 1967 en el que se consideró seriamente la posibilidad de un
contacto con civilizaciones extraterrestres.
Todo sucedió cuando astrónomos del observatorio de Cambridge
descubrieron los púlsares, estrellas de neutrones giratorias que
producen pulsos de radio. El equipo que realizó el descubrimiento
estaba dirigido por Anthony Hewish, que más tarde recibió el premio
Nobel por el trabajo. Los científicos, que nunca habían visto nada
semejante, estaban tan asombrados que durante algunas semanas
miembros del equipo consideraron la posibilidad de que las señales
estuviesen generadas en un planeta que orbitaba alrededor de una
estrella lejana, y que esas señales tuvieran un origen artificial , que
fueran generadas por lo que llamaron «Hombrecillos Verdes» (Little
Green Men o LGM).
Las señales regulares estaban en la misma posición del cielo cada día.
Durante los siguientes meses, aparecieron otras tres fuentes de
señales regulares. Para entonces, los científicos ya descartaron que
tuvieran un origen artificial. Eran estrellas de neutrones. El hallazgo
fue anunciado en febrero de 1968 y apareció publicado en la revista
Nature.
Dar una respuesta
Pero hasta que no se descartó, según la documentación recogida por
Penny, el equipo debatió qué hacer si se trataba de una fuente
artificial, cómo verificar esa conclusión y cómo anunciarla. Incluso se
discutió sobre si hallazgo podría ser peligroso y sobre si se iba a
contestar a las señales.
De esta forma, según el autor, el equipo se había adelantado a
algunos de los componentes del protocolo establecido en el programa
SETI de búsqueda de vida extraterrestre inteligente y a otros
protocolos establecidos hace unos veinte años. Penny advierte de que
la comunidad internacional todavía tiene que ponerse de acuerdo
sobre cómo debe ser esa respuesta.
En la actualidad, existen visiones opuestas sobre cómo reaccionar.
Algunos científicos, entre ellos el famoso Stephen Hawking , creen que
es mejor evitar el contacto a toda costa, ya que si extraterrestres
llegan hasta aquí posiblemente no sea solo para tomar un café y tener
una agradable charla, sino para «conquistar y colonizar». A su
juicio, la visita de extraterrestres a nuestro planeta tendría el mismo
efecto que Cristobal Colón a su llegada a América. Sin embargo, SETI
y NASA están más que dispuestos a tender la mano a los extraños.
Como han dicho en alguna ocasión, «no podemos escondernos
siempre debajo de una roca».
La búsqueda de exoplanetas da cada vez mayores frutos, así que
quizás la idea de saber cómo responder a un «hola» espacial sea algo
razonable.

Tomado de bbc.es