jueves, 4 de abril de 2013

El móvil también puede buscar extraterrestres

Desde finales de los noventa, más de un millón de internautas de todo el
mundo ha cedido parte de la capacidad de procesamiento de su
ordenador personal mientras estaba en desuso. El boom comenzó con el
proyecto SETI@home, que buscaba vida extraterrestre, aunque más tarde
se amplió a otros fines de carácter científico.
Es lo que se conoce como computación distribuida , o lo que es lo mismo,
la unión de un gran número de equipos en una misma infraestructura de
telecomunicaciones. Ese ha sido el objetivo del científico de la
computación en la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos,
David Anderson, desde 1995, cuando uno de sus estudiantes de posgrado
sugirió aprovechar el poder de cálculo de ordenadores de todo el mundo
para buscar vida extraterrestre, informa Tendencias 21.
"Me cautivó", recuerda Anderson en un artículo publicado en la revista
online Wired. "No tanto el objetivo científico en particular, sino la idea
de utilizar potencialmente todos los equipos del mundo para trabajar
juntos en algo. Era la visión más grandiosa que alguien podía imaginar",
añade.
Así, tras la puesta en marcha de SETI@Home se puso a trabajar en la
Infraestructura Abierta de Berkeley para la Computación en Red ( BOINC,
por sus siglas en inglés), una plataforma de código abierto que permite a
voluntarios de todo el mundo donar el tiempo de inactividad de su
ordenador para los fines científicos más dispares.
Sin embargo, en los últimos años el interés por esta red informática
parece haberse desvanecido, contabilizándose en la actualidad menos de
400.000 equipos que ejecutan BOINC. Pero Anderson tiene un plan para
devolver la red a la gloria del pasado. Si la caída del ordenador ha
estado motivada fundamentalmente por el auge de teléfonos inteligentes
y tabletas, ¿por qué no adaptar el software a estos dispositivos?
Ajuste en Android
Se calcula que existen unos 3.200 millones de personas con teléfono
móvil en el mundo. Si tan sólo un pequeño porcentaje se uniera a la
causa daría lugar a una capacidad de procesamiento de datos tan grande
que superaría al mayor superordenador de la historia. Y ese es el reto de
David Anderson.
Durante los últimos seis meses, su equipo ha trabajado en un software
BOINC que se ejecuta tanto en smartphones como en tabletas, ya que
estos dispositivos móviles de última generación cuentan con CPUs y
procesadores gráficos de gran alcance, suficiente para adaptarse a la
computación distribuida. El único requisito es que utilicen Android como
sistema operativo.
Aparentemente esta cesión podría parecer excesiva para el usuario. Sin
embargo, el software no va a repercutir en el consumo de batería ni en
la factura de telefonía móvil. La conexión sólo será posible cuando el
aparato esté cargando y mediante una red Wi-Fi, aprovechando
únicamente la capacidad del procesador que de otra forma no se
emplearía.
Para adaptarlo al sistema Android, el equipo de Berkeley ha desarrollado
un código lo suficientemente inteligente como para apagarse cuando el
dispositivo alcance una temperatura demasiado elevada -debido a un
exceso de tareas-, arreglando además la interfaz gráfica de usuario.
Antecedentes
Sin embargo, no ha sido este el primer intento de incursión de BOINC en
Android. Ya en 2008 un grupo de estudiantes trató de migrar el software
al sistema operativo de código abierto de Google. El proyectoBOINCOID
aspiraba a que ordenadores, teléfonos e incluso neveras contribuyeran a
la ciencia, según Oded Bendov, uno de los desarrolladores.
Para ello reescribieron el código C++ originario del software en Java,
añadiendo además algunas modificaciones específicas de Android. Pero
no fue más que una prueba, ya que la plataforma nunca llegó a
despegar. "Pensé que quizá la comunidad de código abierto lo acogería",
explica Bendov. "Tal vez no era lo suficientemente sexy o no era el
momento correcto", se lamenta.
Cinco años después, el panorama es muy diferente, ya que los proyectos
de crowdsourcing -conocido también como el trabajo o la colaboración
abierta distribuida a través de internet- están de nuevo en boga, y
Android supera los 500 millones de dispositivos activados en todo el
mundo.
No es de extrañar por tanto que el software circule en los próximos
meses por dispositivos móviles de todo el mundo, o eso al menos
esperan sus creadores. Anderson ansía que el proyecto comience a
distribuirse en aplicaciones BOINC que puedan ayudar a analizar datos
para Einstein@Home, centrada en buscar púlsares, agujeros negros y
ondas gravitacionales, así como en otras iniciativas como
Climateprediction.net, que intenta predecir el clima del Siglo XXI;
Rosetta@home, dedicada al estudio aplicado a la malaria, el Alzheimer y
otras patologías; o la española Ibercivis, que acerca a la ciudadanía
investigaciones punteras en diversos campos.
Carácter abierto
¿Y qué pasa con iPhones y iPads? BOINC incluye un código que accede al
procesador del dispositivo móvil, algo incompatible con el sistema
operativo iOS desarrollado para la tecnología Apple. "El acceso a la App
Store es muy restringido", añade Anderson, quien contrapone la filosofía
abierta de BOINC con el sistema cerrado característico de la compañía de
la manzana.
Sin embargo el profesor confía en que Android bastará para que BOINC
vuelva a su apogeo. En ello tendrán mucho que ver las herramientas
sociales propias de las plataformas móviles, que permiten compartir
aplicaciones, entre otras opciones, lo que contribuirá a aumentar su
distribución.
"Lo importante es recordar a los usuarios que los ciclos de la CPU que
no usan pueden ayudar a los científicos a realizar hazañas", remarca
Anderson, ya sea mediante el ordenador de siempre o con los nuevos
dispositivos. Y es que, de una forma segura, estable y sencilla, se puede
ayudar a los investigadores a encontrar un púlsar o un agujero negro,
pero también a hacer realidad la gran visión de David Anderson de crear
una red mundial de equipos trabajando hacia una meta común.
De momento hay una versión beta de BOINC disponible para Android.

Tomado de la razon