viernes, 29 de marzo de 2013

PERSNAJES DE LA BIBLIA JONAS

Jonás (profeta)

Jonás, en hebreo יוֹנָה ("Yōnā") que significa "paloma", en latín Ionas, o en árabe يونس ("Yūnus"), fue un profeta de Yahveh en el Antiguo Testamento y del Tanaj judío, es el quinto de los profetas menores del Nevi'im, hijo de Amitai.
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La misión

Jonás fue un profeta de Gat-héfer[1] , ciudad limítrofe del territorio de Zabulón.[2] En cumplimiento de la palabra de Yahveh hablada por medio de Jonás, el rey Jeroboán II de Israel tuvo éxito en restablecer "el límite de Israel, desde el punto de entrada de Hamat hasta el mismo mar del Arabá (el mar Muerto)" [3][4] . De modo que al parecer Jonás fue profeta en el reino de diez tribus durante el reinado de Jeroboán II. Es la misma persona a quien Yahveh comisionó para proclamar juicio contra Nínive[5] , así que también es el escritor del libro que lleva su nombre.
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Su desobediencia

En lugar de cumplir con su asignación de predicar a los ninivitas, Jonás decidió huir de ella. En el puerto de Jope consiguió un pasaje en una nave que se dirigía a Tarsis (que por lo general se relaciona con España o la península ibérica), a más de 3.500 km al oeste de Nínive.[6]

Después de embarcar, Jonás se durmió profundamente en las "partes más recónditas" del barco. Mientras tanto, los marineros se enfrentaron a un viento tempestuoso enviado por Dios que amenazaba con destrozar la nave. Clamaron a sus dioses por ayuda y arrojaron objetos por la borda para aligerar la nave. El capitán de la nave despertó a Jonás, instándole a que también invocase a su "dios". Finalmente los marineros echaron suertes para determinar por culpa de quién se había originado la tormenta. Yahveh hizo que la suerte cayera sobre Jonás. Cuando se le preguntó, confesó que había sido infiel a su comisión y, como no deseaba que otros perecieran por su culpa, pidió que le arrojasen al mar. Una vez que fracasaron todos los esfuerzos por volver a tierra, los marineros le hicieron a Jonás según su palabra y el mar detuvo su furia.[7]

Cuando se hundió en el agua, se le envolvieron algas marinas alrededor de la cabeza. Por fin cesó su sensación de ahogo, y se halló dentro de un gran pez. Jonás oró a Yahveh glorificándole como salvador y prometiéndole pagar lo que había prometido en voto. Al tercer día el pez vomitó al profeta en tierra seca.[8]
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Jonás advierte a Nínive

Cuando se le comisionó por segunda vez para ir a Nínive, Jonás emprendió el largo viaje hacia esa ciudad. "Finalmente Jonás comenzó a entrar en la ciudad por distancia de un día de camino, y siguió proclamando y diciendo: 'Solo cuarenta días más, y Nínive será derribada'."[9] . La Biblia no dice si Jonás conocía el idioma asirio o si se le facultó de forma milagrosa para hablarlo. Quizás incluso habló en hebreo y alguien que conocía este idioma hizo de intérprete. En tal caso, es posible que las palabras de Jonás suscitaran gran curiosidad y mucha gente se preguntara qué decía ese extranjero.

Después de haber pasado cuarenta días sin que le ocurriera nada a Nínive, Jonás estaba muy disgustado porque Yahveh no había destruido la ciudad. Incluso oró a Dios para que le quitase la vida. Pero Yahveh le contestó con la pregunta: "¿Es con razón que te has enardecido de cólera?".[10] Posteriormente el profeta dejó la ciudad y más tarde se hizo una cabaña. Desde ese lugar, al oriente de Nínive, vigiló para ver lo que le ocurría a la ciudad.[11]
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La lección

Cuando de manera milagrosa creció una calabaza vinatera para proveerle sombra, el profeta estuvo muy satisfecho, pero su regocijo fue efímero. Al día siguiente, muy de mañana, un gusano hizo que la planta se secase. Privado de su sombra, Jonás quedó expuesto a un viento abrasador procedente del este y al sol ardiente que batía sobre su cabeza. De nuevo, pidió morir. [12]

Por medio de esta calabaza vinatera Dios le enseñó a Jonás una lección de misericordia. Él sentía lástima por la calabaza vinatera cuando ni la había plantado ni cuidado. De modo que Yahveh le dijo a Jonás: "Por mi parte, ¿no debería yo sentir lástima por Nínive, la gran ciudad, en la cual existen más de ciento veinte mil hombres que de ningún modo saben la diferencia entre su mano derecha y su izquierda, además de muchos animales domésticos?".[13] Jonás debió comprender bien la lección a juzgar por la franca narración que hace de sus experiencias.

Puede que algún tiempo después Jonás se encontrara, quizás en el templo de Jerusalén, con por lo menos una de las personas que habían estado a bordo de la nave que había salido de Jope, y así se enterara de los votos que hicieron los marineros después que la tormenta se calmó.[14]